UN MUNDO FELIZ

UN MUNDO FELIZ. Huxley lo auguró y ya hemos llegado

viernes, 6 de agosto de 2010

Tyler

Como es el personaje de una película, en cierto modo un tanto histriónica, vuestro subconsciente os ha ganado nuevamente la partida y lo habéis tomado por eso, una exageración propia de un determinado cine con el único objeto de llamar la atención y pasar el rato y que siga el espectáculo. Sin más. Pero no, Tyler Durden es un cabrón que existe. Y más vale, añadiré yo.

En la mejor novela de Onetti se nos explica algo así como que la vida es un cúmulo de vidas breves que se van sucediendo unas a otras. Yo diría que la felicidad –bueno, eso no existe- los momentos felices de los que disfrutamos, son vidas breves que se intercalan en la jodida rutina que El mundo feliz nos impone. Algunas de esas vidas breves nos surgen bien por casualidad, bien porque alguien nos las procura, etc. Ahora bien, todo esto ocurre con escasa frecuencia, así que no nos queda más remedio que buscarnos nosotros mismos esas vidas breves porque de lo contario no nos queda otra que balar sin descanso en el meollo del rebaño (a muchos les gusta, en fin…) Y exactamente en este punto es donde entra en juego el cabrón de Tyler Durden. Bueno, Tyler Durden siempre está ahí, lo que entra realmente en juego es el valor que debemos echarle para escucharle y, -¡qué cojones!- hacerle caso y liarnos la manta a la cabeza. Tyler Durden es esa reflexión que nos sacude intempestivamente para que rompamos con la seguridad, con la comodidad, con la cordura, con la oficialidad, con la sensatez y nos adentremos, aunque sólo sea por el espacio de una vida breve, en ese sueño, en ese deseo ante el que tantas veces nos hemos plantado y nos ha faltado el valor para morder, sacar la cabeza de golpe de este puto mar y pegar esa bocanada de aire salvador que nos da la vida y el aguante para que, una vez metida la cabeza adentro de nuevo -qué remedio- podamos ir tirando y luchando hasta la siguiente sugerencia de Tyler Durden. Porque Tyler Durden siempre vuelve, no se calla. En nuestras manos está escucharle y procurarnos de cuando en vez una vida breve que nos de aire. Con una cerveza en la mano, ¡por Tyler!.