UN MUNDO FELIZ

UN MUNDO FELIZ. Huxley lo auguró y ya hemos llegado

sábado, 12 de junio de 2010

El jefe

Buenas, soy yo, el jefe del capullo titular de este blog. Y como en este mundo no hay justicia ni lógica pues escribo yo en su blog porque me sale. Porque me sale y porque los tipos intelectualmente vulgares nos pasamos la vida pensando qué coño podemos hacer para tener nuestro minuto de gloria mensual. Minuto que nos es imposible conseguir en nuestra faceta laboral por nuestra discapacidad técnica, mental y ética. Mi subordinado, el cabronazo que escribe en este blog, me conoció hace justo veinte años. Alguien le envió para que me ayudase a descargar unos paquetes de un coche de la empresa y me miró -este gesto lo ha repetido miles de veces conmigo posteriormente- como sólo se mira a un imbécil con galones porque me recorrí medio polígono de Landaben intentando abrir todos los Renault que había allí aparcados con una llave de Opel. A mi no me parece para tanto, pero lo que me jode es que fue él quien se dio cuenta de la marca de la llave que llevaba yo en mi mano. Yo creo que ese suceso marcó nuestra relación futura. Ese día ya empecé a sospechar que este me iba a salir con criterio, o sea, hijoputa. En estos veinte años me he dedicado a medrar en la empresa como solo hacemos los que no podemos ascender a base de talento, por ejemplo. Una vez arriba, la metodología es la siguiente. Lo primero es ser consciente de que eres un incompetente de cojones y que, por consiguiente, jamás en la vida serás capaz de convencer a nadie con argumentos, por lo que la táctica a emplear será siempre la de la imposición. Para esto hay que afinar con la elección de tus colaboradores más próximos. A los tipos que trabajan honradamente, a brazo partido y con profesionalidad, se les estigmatiza con cualquier excusa para que no tengan voz ni voto, porque estos suelen resultar reflexivos, ingeniosos y, para más INRI, celosos de sus derechos. ¡La madre que los parió! ¡De sus derechos y encima tienen ideas más brillantes que tú! En fin, me voy a relajar no sea que me caliente como aquel año en el que en fiestas del pueblo le rompí una guitarra en la cabeza a uno de mis amigos (mi mal beber es legendario en toda la Ribera). Bien, sigamos. Estos que piensan, fuera. Hay que elegir como colaboradores a tipos que sean intelectualmente inferiores a ti (en mi caso la búsqueda ha resultado ardua) gente que se encuentre con un cargo de confianza al que no habría soñado llegar ni pastando en el mayor campo de amapola afgano. Vagos, mediocres, sin criterio ni personalidad (esto sería particularmente dañino para el funcionamiento de mi empresa). Con estas cualidades tienes garantizado su agradecimiento gástrico de por vida, que la gente capacitada te acaba discutiendo las cosas. Así hemos ido tirando veinte años. Con la minga. El caso es que no se qué falla en este magnífico método mío que llevamos ya un año en el que la empresa está cogiendo un color muy chungo. Y miren que he ampliado mi red de cortesanos inanes y borreguiles hasta una dimensión ya un poco cantosa. De seguir así va a haber más guardias en las torres que negros recogiendo algodón. Bueno, es igual, aplicaremos próximamente una reducción salarial bajo la amenaza de que si no tragan nos vamos a China. O que vendrán los chinos aquí, que eso acojona más. Y si se ponen tiesos, que se jodan, que ahora el Zapatero Socialista Obrero Estatal nos va a permitir mandarlos a la mierda por cuatro ochenas si justificamos unos mesecillos de pérdidas sin importar si la culpa es de los que gestionamos o si nos hemos pegado veinte años ganando dinero a espuertas. Se chapa y fuera, que a mi me va a pillar con cincuenta y muchos y el riñón bien albardao y, además, estoy hasta los huevos de que el dueño de este blog no haya forma de que agache la cabeza cuando nos cruzamos por el pasillo. ¡Soberbio cabrón!

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